Reseña histórica

Reseña histórica

MEMORIA HISTÓRICA

Señorío de los Zúñiga y Avellaneda

    La repoblación cristiana de las tierras situadas entre el río Duero y el Sistema Central, efectuada a finales del siglo XI, se organizó en Comunidades de Villa y Tierra. Una de estas comunidades tuvo como cabecera la villa fortificada de Íscar, en torno a la cual surgieron una serie de aldeas o lugares que formaron su Tierra. Entre estos lugares estaba el pueblo de Villaverde de Íscar y las aldeas de su Tierra quedaron definitivamente bajo el poder señorial a partir del año 1371, al ser donadas por el rey Enrique II, en premio por sus buenos servicios, a Juan González de Avellaneda (1349 -1409), hijo de Ochoa Martínez de Avellaneda, Señor de la Casa de Avellaneda, y de su mujer doña Mará de Haza, Señora de Haza (Burgos).

    Una de sus descendientes, doña Aldonza de Avellaneda (1427 – 1473), se casó con don Diego López de Zúñiga, Condestable de Castilla, muerto en 1486, a quien el rey Enrique IV concedió el 9 de febrero de 1457 el título de Conde de Miranda del Castañar.

    El siguiente señor de Íscar y su Tierra fue su hijo don Pedro de Zúñiga y Avellaneda, Segundo Conde de Miranda (1481 – 1495), casado con doña Catalina de Velasco y Mendoza, hija de don Pedro Velasco, Conde de Haro, y de doña Mencia de Mendoza. Sus armas se encuentran esculpidas en lo alto de la torre del homenaje del castillo de Íscar, construido por mandato suyo.

Hasta la supresión de los señoríos en el siglo XIX, los pueblos de Villa y Tierra de Íscar, entre ellos Villaverde, tuvieron como señores a los Condes de Miranda, Duques de Peñaranda. Por el vasallaje o reconocimiento como tales señores, los Condes de Miranda percibían tributos como las alcabalas, el portazgo y la martiniega. Además, ejercían sobre sus súbditos el dominio jurisdiccional, mediante la designación anual de los alcaldes ordinarios y regidores de los concejos de Villa y Tierra.

Fuente del Pilar y Fuente de la Tericia

Otro aspecto relevante de la historia de Villaverde era la existencia de dos buenas fuentes.

Cerca de la casa del curato brotaba la fuente del Pilar, encauzada y cubierta en1571 por el maestro cantero Gaspar de la Serna, vecino por entonces de Pedrajas.

Muy famosa era otra fuente, llamada de la Tericia, que manaba al norte de Villaverde. Finalizando el siglo XVIII, Miguel Herrero, cura de San Pedro en la villa de Íscar, nos contaba las maravillosas propiedades de sus aguas:

<< En el lugar de Villaverde se halla una fuente que llaman la de la eterizia, se ven continuamente maravillosos efectos en los que la beben y por la referida enfermedad vienen de muchas partes a beberla, aviendo todos recobrado la salud y también la llevan para otros que no pueden venir…>>

En el siglo XIX. Seguían acudiendo gentes forasteras a tomar las aguas, aunque sus propiedades no lograran impedir que "algún enfermo" muriera.

La fama de la fuente ha pervivido en los versos de un romance popular sobre algunos pueblos de nuestra Tierra de Pinares, cantado por el grupo segoviano "Nuevo Mester de Juglaría":

"… vámonos a Villaverde a beber la tericiana…"

En Villaverde había también una ermita del Cristo del Humilladero, situada a las afueras de la población, junto a los ejidos del concejo, cerca de un bodón. De ella nos habla el cura del lugar en una declaración escrita realizada en 1757:

<< …ay la ermita del Umilladero, sin renta, la cuida la cofradía de la Cruz, se alla reparada y tiene las llabes el mayordomo de dicha cofradía…>>

A su alrededor se construyó hacia el año 1833 el camposanto antiguo del pueblo, en cumplimiento de las disposiciones que prohibían los enterramientos en las iglesias.

Castrejón:

Aunque pertenecía a Tierra del Olmedo, en lo eclesiástico estaba intregado en la vicaría de Íscar, obispado de Segovia. En 1833, al realizarse la actual división provincial, su término fue anexionado al municipio de Villaverde. Estaba situado cerca de la ribera del Eresma, próximo al Camino Real de Segovia a Valladolid, donde hoy se encuentra el caserío de Bocos.

Su despoblación era ya un hecho en enero de 1619, fecha en la que la villa de Olmedo solicitó una rebaja de los maravedís que se pagaban por las sisas del vino de Castrejón, pues el lugar estaba ya deshabitado. No obstante, quizás nunca estuviera despoblado totalmente, pues siempre vivirían allí algunos colonos cultivando las tierras o cuidando ganados.

Los bienes y las rentas de su iglesia quedaron anexionados a la parroquia de Villaverde, lugar más cercano dentro del obispado de Segovia.